2012-03-10 Pateo por Aras de los Olmos (Aras- La Romerosa- Los Masetes)
Hola, lechones. El finde del 9 al 10 de Marzo me planté en Aras de los Olmos. Salí para allá el viernes por la tarde con la Chelvana. Como curiosidad, comentaros que la Chelvana solo llega ahora hasta Titaguas. De allí en adelante vas en taxi. El autobús no les sale rentable debido a que hay pocos viajeros. En Titaguas hay que bajar de la Chelvana y subir al taxi.
Me alojé en la casa rural de Encarna. La casa tiene varios apartamentos con todas las comodidades: tele, microondas, nevera, calefacción centralizada, ducha, encimera, etc…Si vas solo sale por veinticinco euros la noche. Si vas con más gente, son veinte euros. Me parece un buen precio.
Dormí a pierna suelta, y me levanté el sábado a las diez. Mejor dicho, me levantaron. Había dejado encargado a mi padre y un amigo que me llamaran al móvil a las diez para despertarme. Desayuné, compré cuatro cosas y me puse en marcha. Abajo podéis ver una vista general del pueblo.
La idea era ir por el camino de La Romerosa. La Romerosa es un refugio libre. Allí puedes acampar, y pasar la noche. Pero no hay comodidades: ni agua corriente, ni ducha. Hace frío por la noche. Y tienes que llevar tu comida y el agua. Eso sí, duermes enmedio de la Naturaleza. Hasta La Romerosa hay un camino sin desniveles; prácticamente llano. Fui haciendo fotos que os muestro.
Camino de La Romerosa había campos de almendros. Unos estaban en flor y otros no.
Aunque había campos por todos los sitios del camino, el sendero iba rodeándose de bosque espeso conforme me alejaba del pueblo.
Mirad, era el día de las fotos de flores en detalle. ¿Son fotos chulas no? Como ejemplo, la de abajo.
Comentaros que salió un genial día de monte. Fui todo el día en manga corta. No hacía ni frío ni calor. El tiempo fue un lujazo. Y el cielo era de color azul, y no había ni una nube.
En la foto de arriba y en la de abajo, podéis ver que el bosque y las montañas se extendían hasta donde se perdía la vista.
Y, por fin, llegué a La Romerosa.
Llevaba caminando hora y cuarto. Tenía que preparar el resto del pateo. La idea era llegar a una loma desde la que se divisan todas las montañas hasta Valencia. La loma quedaba a una hora de camino. Desde ahí, sabía que se bajaba al río Turia; pero no sabía adónde iba a parar el camino. Tenía la idea de llegar a un área recreativa llamada Los Masetes; pero no sabía dónde estaba ni cuánto tiempo me iba a costar llegar. Ansín que mi primer objetivo era llegar a la loma de la que os he hablado, y , a partir de ahí ya veríamos. Ansín que me puse en camino hacia la loma.
Seguía habiendo campos de almendros al lado de un bosque cerrado. Los almendros de abajo no estaban en flor.
El sábado fue día de fotografía de aproximación. Fotografié todas las flores que me dio la gana. Ahí va otra muestra.
Ya se podía ver la zona del río desde arriba.
¿Es o no un camino bonito?
Como podéis ver, el paisaje era espectacular. Y, en la foto de abajo doy fe de que llegué a la loma desde donde se divisan todas las montañas y valles hasta Valencia ¡MENUDAS VISTAS!
Y llegó el momento del dilema. Llevaba pateando dos horas y cuarto. Eso suponía que si me volvía desde ahí patearía cuatro horas. No sabía dónde iba a salir el camino. Tenía la vaga noción de que iba al río Turia; pero sin saber a qué altura. Le eché un par de huevos, y decidí andar una hora más. Y llegara donde llegara, volverme a la hora. Me puse en marcha. Desde la loma, el camino descendía de forma abrupta y pronunciada (luego tendría que subir lo que bajara ahora). Las vistas eran espectaculares.
Media hora después, y siempre descendiendo, llegué al camino paralelo al río. Teniendo en cuenta la altura del Sol, y la humedad que subía del río pude adivinar dónde estaban Los Masetes. Bueno…también ayudó el piaaazo cartel que había en el camino.
Entonces tuve que volver a plantearme qué iba a hacer desde ahí. Vale…sabía la dirección…pero no sabía cuánto tiempo me iba a llevar llegar a Los Masetes. Me dije que iba a caminar media hora más, y si no encontraba Los Masetes me volvía. Me puse en marcha de nuevo.
Y, a base de insistir, veinticinco minutos después llegué a Los Masetes.
El área recreativa estaba acondicionada.
En la foto de abajo os muestro el lugar donde comí, y donde descansé
Lo primero que hice al llegar fue dedicar minuto y medio para zamparme un bocata tamaño gigante verde y un plátano. Si no os creéis que se pueda comer un bocata y un plátano en minuto y medio, preguntadle a mi amigo Pepe. El me ha visto a menudo hazañas de ese tipo. Una vez con la sensación de bienestar de tener peso en el estómago, me dediqué a disfrutar de las bondades del lugar: el rumor del agua del río corriendo, los cantos de los pájaros, la soledad del sitio, el viento que corría y susurraba entre los árboles, etc…Paré allí durante cuarenta y cinco minutos. Estaba cansado, pero tenía que volver. No me había cruzado con nadie en todo el día. Era algo entre yo, mis piernas y el camino. No iba a tener ayuda. Tenía que caminar de vuelta. Me esperaban, al menos, tres horas; una de ellas cuesta arriba. Antes de volver, me acerqué a ver el río Turia. El agua corría limpia y transparente.
Ansín que caminé de vuelta al pueblo. La primera media hora fue llana. Llegando al desvío hacia La Romerosa pude fotografiar la única nube del día.
Y, a partir de ahí, tenía que ir cuesta arriba hasta la loma de las vistas. Me tomé el ascenso con tranquilidad. Chino…chano…poco a poco… Paré varias veces para recuperar el resuello. Pero las piernas iban mejor de lo esperado. No se me atragantó la subida, ni me dio una pájara.
No dejé de admirar las excepcionales vistas.
Terminé la ascensión en media hora. Desde ahí hasta el pueblo, todo era llano. Estaba tan reventado que guardé la cámara y me centré en ir poniendo un pie delante del otro. Pues eso…que no hay más fotos. Llegué al pueblo tres horas después de salir de Los Masetes. Decir que llegué con la reserva, es decir mucho. Pero llegué. Fue una rallada genial. Disfruté como un niño. Y todo el día en manga corta. Escribo esto dos días después, en Lunes, y todo yo soy una agujeta. Pero valió la pena. Aquí dejo el relato…¡¡hasta la próxima!!