2013-01-09 Pateo por Aras con mi musa, Verónica, y Raúl
Queridos lectores:
El día 9 de Enero salí al monte con mi musa, la estupendísima Verónica, y su amigo Raúl. Organicé un pateo de un día por Aras. Verónica puso el coche y la conducción. De camino a Aras de los Olmos tuvimos que parar a repostar gasolina. Bajamos del coche y nos quedamos alucinados del frío que hacía. Nos preocupamos porque en Aras también tenía que hacer frío.
Llegamos sin problemas al punto de partida de la ruta, que no fue otro que el refugio libre de La Romerosa.
Pues sí, en Aras hacía mucho frío. Yo no tenía porque iba bien equipado, y soy caluroso por naturaleza. Dejé un forro polar a Raúl. Verónica llevaba varias capas de ropa, pero aún así tenía mucho frío.
Nos pusimos en marcha. El sol no se veía tras la bruma, y al faltarnos el sol la sensación de frío era mayor.
La idea era bajar al río Turia, y comer en el área recreativa de Los Masetes, junto al río. Desde La Romerosa hasta Los Masetes hay 8 kilómetros, y otros ocho kilómetros de vuelta. Íbamos tranquilos, sin prisas.
Yo estaba disfrutando de la caminata, pero Vero estaba pasando frío. Y si un compañero de pateo no va bien, uno no disfruta del todo porque está preocupado.
Como podéis ver en las fotos, el sol estaba oculto entre la bruma.
Llegamos a un punto estratégico con unas vistas increíbles.
Llegamos al nivel del río. Ahora se trataba de buscar un sitio donde comer. Yo tenía la intención de comer en Los Masetes, pero tuve que desestimar la idea porque estaba en la sombra, y Verónica necesitaba sol. Ansín que nos pusimos a buscar un sitio soleado donde comer.
Después de un rato buscando un sitio donde comer, acabamos tirados en una cuneta. Vero lo estaba pasando muy mal. No nos entretuvimos mucho: lo justo para comer.
Enseguida, emprendimos el camino de vuelta. Si miráis el árbol de abajo con atención, podéis ver unas sillas de madera entre las ramas. ¿Para qué pone alguien unas sillas en lo alto de un árbol? Una razón podría ser la caza. En cualquier caso, es una buena foto.
El sol salió tímidamente entre la bruma. Vero entró en calor. Empezó a gastar bromas, cantar, bailar y disfrutar. ¡Vaya cambio! Una hora después estábamos de vuelta junto al coche en el refugio libre de La Romerosa.
El coche de Vero se portó como un campeón. Aquí va una foto.
Bajamos al pueblo para tomar un café caliente. Me encontré con Miguel Ángel, el hijo de Isaías, y nos contó que por la noche habían estado a siete grados bajo cero. Y que a las once de la mañana habíamos estado a dos grados bajo cero. También pude saludar a Isaías. Se lo presenté a mis amigos.
Y aquí termina una nueva aventura de Posete.