PostHeaderIcon 2015-09-06 Pateo por Sot de Chera con Sandra y Jorge

Hola, amigos.

El pasado Sábado estaba tranquilamente en casa viendo el europeo de baloncesto cuando me llamó Sandra. Me invitó a salir el Domingo a patear al monte. Quedamos a las 12, casi al mediodía. Aquí en la «city» estaba lloviendo. Pero aún así decidimos seguir con nuestros planes de pateo. No tuvimos ningún contratiempo en el viaje de ida en coche. Nada más llegar a Sot de Chera, pudimos ver las rutas posibles en un panel. Nos decidimos por hacer una de 6,5 Km y 2h 50 minutos de duración. Abajo podéis ver el panel informativo. La ruta elegida fue el camino de «las Toscas».

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Parecía una ruta circular. Luego tuvimos problemas; pero no nos adelantemos.

Dejamos el coche en un parking público. Debajo del parking había zonas de baño muy bien habilitadas.

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En la foto, podéis ver que había pescados en el agua.

 

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Toda la zona estaba llena de fuentes, así que no había problema de aprovisionamiento de agua.

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El pueblo tiene una torre antigua.

 

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Saliendo del pueblo había parajes chulos, preparados para el baño, como el rincón de la foto de abajo.

 

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Mientras salíamos del pueblo, nos acompañaban los árboles frutales, que estaban maduros: manzanas, higos, granadas, uvas y moras silvestres. Dentro de poco veréis a Sandra y Jorge comer higos de un frondoso árbol.

De momento, y ya al comienzo de la ruta propiamente dicha, llegamos a una zona de anticlinales. Los podéis ver en las dos  fotos de abajo.

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La zona era de bosque tupido, acompañado de campos y árboles frutales.

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La ruta estaba bien señalizada, preparada para no perderse.

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Nos desviamos un rato de la ruta de «las Toscas» para ver la Fuente Santa María. Allí comimos.

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Jorge y Sandra cogieron hierbas para plantar en casa, y, de paso, adornaron su mochila.

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Un detalle de una flor.

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La vegetación era tupida debido a que había agua por todas partes.

 

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Íbamos sin prisa, pero preocupados porque si la ruta tenía 6,5 Km en total y era circular, ya debíamos haber llegado hacía rato a «las Toscas». Nos encontramos con otros excursionistas (ver foto de abajo) que nos dijeron que los 6,5 Km eran solo la ida. Y que aún nos faltaba un trecho para llegar a «las Toscas». El panel informativo llevaba a la confusión. Dimos las gracias por la información, y decidimos seguir pateando.

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Más formas geométricas en las montañas de la zona.

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Abajo, Sandra y Jorge deleitándose con higos maduros recién cogidos de la higuera.

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Jorge, que iba sobrado de fuerzas, siempre delante tirando de Sandra y de mí.

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El río se nos cruzó tres veces en el camino. Dos de ellas, pudimos atravesarlo gracias a unos pedrolos enormes que permitían cruzarlo sin mojarse yendo con un poco de cuidado. Pero a la tercera vez nos tocó descalzarnos y mojarnos los pieses. A la vuelta, nos dimos cuenta de que ese tramo se podía vadear por el lado contrario. Pero a la ida, no vimos esa posibilidad, ansín que nos mojamos los pieses.

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En la pared de montaña de la foto de abajo se pueden ver dos ciervos en el centro. Ampliad la foto con vuestro programa favorito, y podréis ver claramente los dos ciervos.

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Hizo un día estupendo. Estaba cubierto de nubes, pero no llovió; y no hizo ni frío ni calor. Un día perfecto para patear monte.

Abajo, una zona de frutales con riego por goteo.

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Y aquí llegamos al final del viaje de ida. Faltaban 650 metros para «las Toscas». Pero llevábamos tres horas y media de pateo. Eran las seis de la tarde. Nos preocupaba quedarnos sin luz en el viaje de vuelta. Y Sandra y yo íbamos cansados. Nos preocupaba reventar. Los tres, de común acuerdo, decidimos que lo más prudente era dar ya la vuelta, sin ver «las Toscas». Quedan pendientes para otro día.

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Otro paraje que atravesamos, «Hoya Cherales». Los caminos estaban perfectamente marcados.

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Jorge, vadeando el río.

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Y no hay fotos de la vuelta. Jorge fue delante tirando de nosotros. Volvimos a buen ritmo. Sandra iba cansada, pero se portó como una campeona, sobre todo teniendo en cuenta que no es montañera. Yo iba como siempre, cansado, pero iba.

Hicimos la vuelta en apenas dos horas, así que llegamos al pueblo con luz. Nos tomamos una cerveza en el pueblo; pero lo que no pudimos fue cenar, porque todo estaba cerrado a esas horas.

Por cierto, Sot de Chera es precioso. Las casas tienen las entradas y las ventanas decoradas con plantas y flores.

Hasta otra, amigos.

 

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