AGOSTO VACACIONES EN JUMILLA
Hola, lechones.
Del 3 al 13 de Agosto, estuve de vacaciones en Jumilla. Fuimos a la casa de Pepa, que está enmedio del monte a cuatro kilómetros de la ciudad. Pasé unos días cojonudos. Por el día, pateaba monte; por la noche, hacía astronomía. Reconocí las constelaciones del cielo de verano, y pude ver objetos Messier con mis prismáticos 7*50.
Nos llegamos a juntar siete personas. Estuvimos de buen rollo todas las vacaciones, y reímos mucho.
Abajo, la primera foto: la foto de la salida desde Valencia. Están Juani (con gafas de sol) y Pepa, que fue la conductora.
El viaje fue tranquilo. Pepa es una conductora excelente. No teníamos prisa, así que no le pisamos al acelerador.
La foto de nada más llegar. Ambas se habían puesto cómodas. Los primeros cinco días estuvimos solos Juani, Pepa y yo.
Una toma general de la casa.
Terry, el perrete de Pepa. Terry y yo hicimos buenas migas. El perrete se venía conmigo cuando me iba de pateo. Y se venía a mi cama, a dormir conmigo.
Una toma con el objetivo macro.
Las chicas estaban relajadas, disfrutando de las vacaciones. Cervecita pa quí, cervezita pa llá.
Diego vino con su tractor. Diego es pastor. Vive con su familia cerca de casa de Pepa. Vino con el tractor para nivelar el terreno donde Pepa quería poner una piscina hinchable.
Diego y su familia nos hicieron compañía: una grata compañía.
Una puesta de sol.
El primer día, pedí a Pepa indicaciones para irme de pateo. El primer pateo fue al Cerro del Oro. Por el camino, tomé algunas fotos.
El paisaje carecía de bosques, pero había mucho almendro, olivo y vid.
Llevaba andados quince minutos cuando me di cuenta de que Terry venía conmigo. Ya os digo: hicimos buenas migas.
Las chicas disfrutaron de la piscina, y que no falte la cervecita.
Había varios collados rodeando la casa. No tendrán más de cien metros.
Terry, descansando
Para la piscina usaron una mosquitera debido a la presencia de avispas.
Además de perro, Pepa tiene gato y gata. La de abajo es Mimosa.
Éste es Misino.
De verdad, que las chicas le sacaron partido a la piscina hinchable.
Otro de los días, Pepa me llevó a la Cueva de la Arena. La tal cueva se usaba para obtener arena para fregar. Ahora ya no la explota nadie.
El sitio es pequeño, y hay que pasar agachado. Al pasar, mi mochila rozó sobre el techo y me cayó mogollón de arena. Me pringué con la arena y el protector solar. Y al volver a Valencia, me tocó lavar la mochila de ataque.
Pepa en el acceso a la Cueva de la Arena.
Al día siguiente, me pequé un pateo hasta el pueblo. No llegó a dos horas, ida y vuelta.
La foto muestra que llegué a la entrada del pueblo.
Estas fotos son de la vuelta a la casa.
Apenas hay algún collado que rompe la monotonía de los campos.
Una bifurcación de caminos.
Otro detalle de una viña.
Otra agradable visita de Diego y su familia.
Al día siguiente, los hijos de Diego vinieron con un burro. Fue un acontecimiento.
Y llegaron, para quedarse unos días, Nacho y Mamen. Son dos personas estupendas. Nacho está bromeando todo el rato, y nos reímos mucho con él.
La pareja.
Los compañeros pasaron el rato con las cartas. Tuvieron mucho tiempo, y se dedicaron a ello. Pasaron grandes ratos. También se jugó al Dominó. Pepa es toda una experta en el Dominó.
Un detalle con el objetivo macro.
Uno de los atardeceres estuvo lleno de nubes. Motivo apropiado para fotografiar el atardecer.
Una toma nocturna. Insisto, Nacho, mil gracias por tu sentido del humor.
El aperitivo de las doce: cerveza y papas.
Terry, a la suya.
Un primer plano de Mamen.
Y llegó otra pareja: Jose Poyo y Mercedes.
Un primer plano de Mercedes.
Por cierto, comimos de maravilla. Pepa y Mamen cocinan muy bien. A recordar, la Fideuá de Pepa.
Un primer plano de Nacho. Ya que los chicos apenas cocinamos, Nacho y yo nos repartimos las fregadas. Todo el mundo, aportó algo: nadie se escaqueó.
Nacho, fregando.
Y se dieron a los chupitos.
El último día de pateo me fuí decidido a subir el Cerro del Oro hasta arriba.
El animal que se ve es un perro. En la foto, no se aprecia pero era un perro gigantesco. Por cierto, que todos los chalets tenían su perro. Todos nos ladraban a Terry y a mi. Pasé miedo.
Podéis ver la cima del Cerro del Oro. Pero no pude hacer cima. Aquello se puso muy cuesta arriba. Como se ve en la foto, apenas me faltaron diez metros; pero había que escalar, y no estuve por la labor.
Una toma general.
Una última puesta de sol.
Y, después de diez días allí, me volví a Valencia en bus.
Fueron una de las mejores vacaciones de mi vida: la comida, los pateos, la Astronomía, los compañeros, el perrete, en fin todo.
Hasta otra, lechones.