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Querido Pedro:

Hace algo más de una semana nos dejaste para siempre. Te echamos mucho de menos, sobre todo tu madre.

Tú y yo hablábamos todas las noches por teléfono. Ahora, cuando llegan las nueve de la noche, no sé a quién llamar. Te extraño, amigo.

Ayer fue día de lanzar tus cenizas. Estuvimos tu madre, tu hermana Majo y Nueve, una amiga de la familia. Todos sabíamos que tus veranos en la playa de joven fueron de los mejores momentos de tu vida. Y para la playa nos fuimos. Después de mucho dar vueltas, encontramos el sitio perfecto para verter tus cenizas.

Ahí van unas fotos.

Nos tomamos algo antes de verter tus cenizas. ¡Cómo no, hablamos de ti! De lo excelente persona que eras, y de lo mucho que os queríais tú y tu madre.

Un primer plano de tu madre.

Tu hermana y tu madre, que no te olvidarán nunca.

Pedro, la idea fue tirar tus cenizas al mar.

Las tres chicas se descalzaron, se arremangaron los pantalones y se metieron en el agua, con un par.

Tu hermana, que te quería, se encargó de lanzar las cenizas al agua.

Una vez tiramos al mar lo que nos quedaba de ti, llegó el momento de darnos cariño unos a otros.

Majo me hizo una foto con tu madre. La voy a guardar como un tesoro. Sé lo mucho que querías a tu madre.

Y, con estas muestras de afecto, dimos por concluído el acto.

Descansa, y sé feliz allí dónde estés.