PostHeaderIcon Subida al Garbí por la Canal- 2001-06-18

Comienzo de la ascensión

El sábado 18 de Junio quedé con mi amigo Rafa para subir al Garbí. Me recogió a las nueve de la mañana en mi casa. Desde Valencia, se llega en media hora al lugar donde se deja el coche. Estamos a un par de kilómetros de Segart. Hay sitio donde dejar el coche al lado del cartel que marca el inicio de la ascensión.

La senda es parte de un GR, por lo que viene indicada con dos rayas blanca y roja. Conforme empieza la senda aquello es cuesta arriba. Hay que salvar a menudo grandes rocas con pasos largos. La subida es dura y tuve que parar un par de veces para recuperar el resuello. En la montaña hay que ir al paso del que anda menos. Rafa iba sobradísimo, pero durante toda la excursión se paró cuando yo necesitaba recuperar aire y bajar pulsaciones. No se quejó para nada. Desde aquí le mando mi agradecimiento. La senda termina al pie de un barranco: La Canal. A partir de ahí hay que trepar con pies y manos, escalando. Hay que ir con cuidado para que no se te vaya un pie.

Escalando

La cámara me molestaba para subir, y, además, no iba a hacer fotos mientras trepaba, así que se la pasé a Rafa. Él iba sobrado. Y me hizo unas cuantas buenas fotos.

Trepando

Más trepe

Yendo con cuidado

Usando manos y pies

Una foto en picado

Llegamos a un punto donde parecía que no podíamos seguir, pero a la izquierda había una chimenea por donde pudimos pasar. El sitio es estrecho, pero se puede pasar yendo con cuidado.

Una chimenea

En la siguiente foto se puede ver un picado del barranco que estábamos escalando.

El barranco

Rafa está entero, pero yo ya empiezo a estar cansado.

Rafa en el barranco

Las vistas bien valen la pena el esfuerzo.

Vistas desde el barranco

Llegamos a un punto en el cual ya no se podía subir seguro sólo con pies y manos. Afortunadamente la vía estaba equipada por cadenas. He dicho vía, porque eso ya no era sendero. Agarrándose de las cadenas y yendo con cuidado se podía subir. Aquí van unas fotos mientras trepamos por las cadenas.

Rafa agarrado a las cadenas

Subiendo por las cadenas

Sigue la ascensión

Son impagables las fotos de Rafa mientras escalamos.

Trepando a tope

Gracias a las cadenas

Tirando para arriba

Entre cadenas y tirando de piernas y brazos llegamos arriba. Allí nos esperaba una sorpresa: un buzón donde se podían escribir las sensaciones de la subida. Había boli, pero no teníamos papel. Así que no pudimos dejar constancia de nuestra ascensión.

El buzón

Aquí tenemos una foto artística del reflejo del paisaje en las gafas de Rafa.

El paisaje en las gafas de Rafa

Finalmente, se terminó la vía de escalada. Desde el final, salía una pista forestal hasta la cumbre. Nos plantamos arriba en cinco minutos. Las vistas desde la cumbre eran impresionantes.

Vistas desde la cumbre

Más vistas

La pared de enfrente y el fondo paisajístico

Había un peñasco debajo nuestro que parecía una guitarra.

La guitarra

Otra toma de la guitarra

Aquí podemos ver a Raf a contra el paisaje de fondo

Rafa y el paisaje de fondo

Después de comer algo de fruta, de descansar y de hidratarnos bien decidimos acometer la bajada.  Se bajaba por un sitio al que no se puede llamar sendero. Desde el principio está muy empinado con un desnivel bestial. Rafa, que es precavido y que sabe hasta dónde se me puede exigir, me dejó un bastón y un guante de piel. El bastón me hizo posible bajar por un sitio del que no habría podido salir sin él. El guante me permitió bajar agarrándome a árboles y plantas sin despellejarme. La vegetación era exhuberante. Bromeamos sobre la selva de Indochina. El camino, que no sendero, estaba flanqueado por zarzas y cactus que nos iban desgarrando la piel. En uno de los descansos que hicimos vi que Rafa estaba lleno de arañazos y que sangraba por el codo. Hacía mucho calor. Llegó un momento en que lo pasé muy mal: el calor, el camino de bajada que no se terminaba, las zarzas y cactus, el cansancio…Hablé con Rafa, y paramos casi diez minutos para que se me pasara el agobio. De verdad que me agobié y que solo deseaba salir de allí. Pero aquello no se acababa nunca. Rafa me tranquilizó, y me dijo que no quedaba mucho. No sé cómo seguí dando pasos.

El descenso

La selva de Indochina

La exhuberante vegetación

Rafa iba bien. Gracias a ello tenemos fotografías del evento. Rafa iba haciendo fotos del descenso. Yo iba dando un paso detrás de otro, pensando solo en el siguiente paso y deseando que aquella tortura terminara pronto. El esfuerzo físico debido al pronunciado desnivel era bestial.

Continuando el descenso

El agobiante barranco

Antes de que se terminara el barranco, pudimos disfrutar de unas estupendas vistas de las montañas circundantes.

Vistas desde el barranco

El paisaje de enfrente

Lo que pudimos disfrutar

Bueno, el barranco llegó  a su fin. Cogimos el sendero por el que habíamos subido unas horas antes. En treinta minutos, y sin agobios, llegamos al coche. Llegué con la reserva…pero llegué. Nos fuimos a Segart a tomar unas cervezas y un bocata merecidamente ganados. Todo lo que pasamos había merecido la pena. Fue una excursión cojonuda.

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